Casa de Eulalia en Patate

Sumérgete en la magia de Casa de Eulalia: sabores, orquídeas y un rincón colonial donde la historia y la calidez te abrazan. Vive el alma de Patate, vive el encanto.

¿Qué debes saber?

  • Casa de Eulalia, está ubicado a 5 minutos del Municipio de Patate, en la Av. Ambato y Montalvo. Cantón Patate. Provincia de Tungurahua.
  • Abrió sus puertas en el 2022 para brindar servicio de hospedaje y cafetería.
  • Cuenta con 3 habitaciones: 1 doble y 2 matrimoniales, con baño privado, WiFi y una excelente vista al centro de Patate.
    • El precio es de $ 20 dólares por persona.  
  • En la cafetería se puede degustar de los tradicionales tamales, chigüiles, bizcochuelos, café de Patate y, almuerzos de casa. El café es elaborado por Eulalia siguiendo todo el proceso que conlleva la preparación del café.
    • Los precios son muy variados por ejemplo chigüil a $ 0.75; tamal a $ 2,25, desayunos $ 2.50 dólares.
  • Horario de atención de la cafetería desde las 7h30 hasta las 21h30.
  • Además, la Casa de Eulalia mantiene un jardín donde las orquídeas son el protagonista principal.
  • Esta casa es uno de los geoamigos, el alegre grupo de emprendimientos turísticos que pueblan al Geoparque Volcán Tungurahua.

Casa de Eulalia: Historia y tradición en cada rincón

En el pequeño valle de Patate, donde las montañas se visten de verde perpetuo y el aire huele a café recién molido, se alza una casa que guarda en sus muros la memoria de generaciones. Casa de Eulalia no es solo un hospedaje; es una carta de amor a la herencia, un canto a los sueños cumplidos y un tributo a la tierra que la vio nacer.

María Eulalia Vasco Castillo, su creadora, decidió abrir las puertas de su hogar en 2022, impulsada por un sueño que germinó durante un viaje a Europa. En medio de calles adoquinadas y casas patrimoniales, Eulalia encontró la chispa que encendería su proyecto. “Si en tierras lejanas estas casas cuentan su historia, ¿por qué no hacerlo en mi Patate?”, se preguntó al imaginar la vida que podía devolverle a su propia casa colonial.

La remodelación fue un acto de paciencia y amor, como quien revive un viejo libro para que sus páginas brillen de nuevo. Cada pared restaurada, cada rincón rediseñado habla del pasado que Eulalia decidió preservar y del futuro que quiso construir. Ahora, este espacio no solo acoge a turistas, sino que los envuelve en la calidez de su esencia: un lugar donde la hospitalidad tungurahuense se encuentra con el encanto del ayer.

En Casa de Eulalia, las mañanas comienzan con aromas de café que despiertan recuerdos de infancia. Los huéspedes saborean tamales y chigüiles, recetas con raíces tan profundas como los árboles de Patate. Eulalia, heredera de una tradición cafetera, se enorgullece de preservar los secretos de su familia, como el equilibrio perfecto entre el maíz tierno y las hojas de achira que abrazan los tamales, o la técnica exacta para tostar el café hasta lograr su sabor característico.

Más allá de los sabores, Casa de Eulalia es un viaje sensorial. El orquideario, un oasis de colores y texturas, cautiva con la delicadeza de sus flores. Las orquídeas, que parecen bailar con la brisa de la montaña, no solo adornan el lugar, sino que cuentan la historia de una tierra que florece con generosidad. Los visitantes pasean entre estas joyas naturales, maravillándose de la riqueza que brota de un rincón tan único.

Eulalia, siempre sonriente, disfruta de cada encuentro con sus huéspedes. Para ella, cada visitante es un capítulo nuevo que se escribe en la historia de su casa. Su energía es contagiosa, su atención, impecable. En este espacio, todos encuentran algo especial: una conversación junto a la chimenea, un amanecer que pinta de oro las montañas o el simple placer de sentirse como en casa, lejos del bullicio del mundo.

Pero Casa de Eulalia no es solo un lugar; es un puente entre el pasado y el futuro. Su legado no termina con ella. Eulalia sueña con que su hijo, quien vive en Europa, regrese un día para continuar esta historia. Él será el guardián de las tradiciones que ella ha cultivado y el encargado de escribir nuevos capítulos en este hogar que rebosa de vida.

En cada esquina de Casa de Eulalia hay algo que contar: las paredes cargadas de historias, los paisajes que se despliegan más allá de sus ventanas, y sobre todo, la voluntad de una mujer que decidió transformar su herencia en un regalo para el mundo. Aquí, en este rincón escondido de Patate, cada huésped encuentra más que un lugar para descansar; encuentra un hogar donde el tiempo parece detenerse, y el alma, renacer.

¡Vive Tungurahua!




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