El Barrio Las Tercenas

Barrio las Tercenas por Rodrigo Herrera Cañar. Venta de cárnicos.

Barrio Las Tercenas

Las calles envejecidas por la lluvia en invierno o polvorientas por los soles de verano en aquellos años de familiar vecindad, dieron lugar a la formación de barrios en los cuales sobresalía alguna actividad. Asi se formó el Barrio de las Tercenas que estuvo ubicado entre las calles Oriente, Pastaza y Oscar Efrén Reyes. 
Todas las mañanas despertaba engalanado con banderas rojas que pendían de un pedazo de palo, de carrizo o de chonta brava colocados en las puertas de cada una de las tercenas, como un anuncio de que allí sí había carne. 

Estas tercenas estaban en las casas de sus dueños y todas poseían una vitrina en la que se colocaban unos ganchos que servían para colgar cada una de las partes de los animales despostados y para poder cortar los pedazos que serian comercializados; las vitrinas tenían puertas de tela metálica para resguardarlas de las impurezas. A más de estas vitrinas habla una mesa en la que estaba la balanza y a un lado, un tronco grande con un hacha para hacer "iluto" los huesos. Casi todas las familias compraban este alimento diariamente, porque aún no se popularizaba el uso de las refrigeradoras y congeladores que mantienen frescos los comestibles. 

Solamente algunos hoteles, negocios y farmacias poseían estos aparatos, lo cual les permitía mantener frescos sus productos y elaborar deliciosos helados como los que se vendían en el hotel Danubio del señor Méntor Vayas, Americano del señor Modesto Sánchez y en la botica Bayer de la señora Carmela Badillo de Zambrano 
En la calle Oriente, antes de llegar a la calle Pastaza estaba la tercena de la señora Rosario Vega. Se caracterizaba por tener en ciertos días la carne de borrego con cuya cabeza se preparaba un agua que servía para bañar a los niños y curarles el "espanto". En la misma calle Oriente, pasando la calle Pastaza existió la tercena de la señora Edelina Jara de Villalba que era atendida también por sus señoritas hijas. En la casa contigua, don Lorenzo Sánchez y su esposa la señora Angelina Jara conjuntamente con sus hijas Elida, Olga y Clarita administraban la tercena de su propiedad. Siempre muy amables y cariñosas atendían a los compradores con diligencia, siendo una de las tercenas preferidas. 

Al frente, la señora Dolores Jara con mucha cortesía, estaba presta para brindar a su clientela distinguida, un servicio eficiente y un producto de primera calidad. Más arriba, ya en la calle Oscar Efrén Reyes, las señoras Dioselina Cepeda y al frente la señora Carmen Jara, también tenian sus tercenas que las mantuvieron por algún tiempo. Posteriormente, la señora Clemencia Cisneros, hija de la señora Carmen, se hizo cargo del negocio de su mamá. 

Por la calle Pastaza, cerca de la plaza González Suárez, estaban ubicadas las tercenas de las señoras Carmelina Caicedo y Elba Caicedo quienes ayudadas por sus esposos don Pacho y Manuel Silva mantenían un negocio que era visitado por gran parte de las amas de casa de aquel Baños. 

En esos tiempos se despostaba el ganado en los patios contiguos, aún no existía el camal y cuando este fue construido, casi no se le utilizaba. 
Los domingos, en su mayor parte, se trasladaban a vender en la plaza de la Basílica. Ahi colocaban sus vitrinas, la balanza, el tronco y el hacha y con mucha destreza iban cortando la carne que era entregada a sus compradores en hojas de atzera o en pedazos de periódicos. 

Cuando se inauguró el mercado municipal, algunas de estas señoras ocuparon los puestos de venta destinados para ello; otras, como la señora Elba, cambiaron de actividad, o fueron sus señoras hijas quienes heredaron este oficio; otras dejaron definitivamente esta ocupación, por lo que el Barrio de las Tercenas solamente se quedó en los recuerdos. 

Autor: Rodrigo Herrera Cañar




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