Barrio en Baños de Agua Santa

Dedicado a mi Barrio en Baños de Agua Santa. Por Rodrigo Herrera Cañar

Mi Barrio Baños de Agua Santa

Callecita encharcada de frío en el invierno, con vientos que nos traen fragancias de cafetos, de eucaliptos, cipreses y de blancos azahares; con crepúsculos llenos de inquietas golondrinas, anclas del cierzo con capas dominicas, que buscan en sus nidos la placidez nocturna; con soles mañaneros golpeando en las ventanas, envueltos en caricias de cánticos de mirlos, que en inquietante vuelo desafían la brisa de las mañanas frescas; con chacras y con huertos adornados con paredes de piedra donde crece la hierba, higuerillas y helechos que enverdecen de vida tu opulento entorno; con sabor a guayaba, a chamburos y a caña, a aguacates maduros tomados cual trofeos en osadas hazañas. 

Callecita silente, de leyendas nocturnas que exhalaban temores y exigían acciones temerarias, de noches fulgurantes, de cielos estrellados, de murmullo de hojas, de croar de las ranas escondidas detrás de las totoras en sinfonías clásicas de penetrante acento. 
Barrio de nuestra infancia, colmabas de energía nuestro ánimo inquieto al tomar de las aguas circundantes, partículas sutiles que viajaban deslizantes por las frondas copiosas de Chigla y de Ventanas

Mi barrio, camino obligado de los novicios hacia las piscinas de Santa Clara. Venian alegres, vestían túnicas blancas, nos sonreían siempre como invitándonos a seguir en su fe que la compartíamos en las noches de Santuario, haciendo de monaguillos, bajo su acuciosa mirada y el juntar de las manos en místicas oraciones. 
Aqui, entre infantiles juegos de alegre vecindario y el bullicio de risas y de cantos de ronda, pasamos presurosos los escolares sueños y fuimos caminando con rutilante marcha, a descifrar enigmas que marcarán por siempre nuestro ser pasajero. 
La tarde languidece, miramos que las luces de la iglesia ornan sus aposentos, entonces, las ondas nocturnales buscan ya su destino, se siente en el ambiente una quietud de enigma y soledad, el barrio se adormece y se hermana con el secreto de la bruma. 

Barrio de aquellos años, de candor, de pureza, de ilusiones fugaces, te evoco en mis recuerdos, oigo la algarabía de risas inocentes entre la paz que guarda tu intimidad secreta y siento transportarme imperceptiblemente hacia mundos sublimes de lozanas quimeras.

Ahora que los años marcan ya nuestra frente y nuestra cabellera se pone cual la nieve, quisiera que volvieran los días de la infancia, a encontrarnos de nuevo de frente a la aurora, buscando en tu regazo la paz que en otros tiempos cobijaba nuestra alma, los cánticos del alba, los días de cuadernos, de libros, de pelotas de fútbol, de ingenuas cacerías a volátiles luces de luciérnagas, de capillos y globos, de coches de madera y carreras de llantas, de noches en familia rezando el Rosario, de inquietas chiquilladas y alborozados gozos. 

Autor: Rodrigo Herrera Cañar




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